Uno de los riesgos que corre el trío francés es su apertura de miras, camaleónicos para adaptarse a diferentes influencias, con el peligro de quedarse en tierra de nadie ante tanta diversidad estilística. Ya saben, el que mucho abarca, poco aprieta. Sin embargo, Nicolas Sauvey (bajo, voz), Jean-Baptiste Mallet (batería, coros) y Jérémy Saigne (guitarra, coros) saben salir airosos del reto. Koda ya es su tercer larga duración, y siguen tan eclécticos como de costumbre, pero se nota su evolución musical y una madurez impropia de su juventud, lo que les da para manejar con mano firme el timón de la nave.
Sí, remitiéndonos a los que escribíamos al principio, las once canciones viajan por universos conocidos, hard, progresivo, psicodelia, pero también se dejan seducir por sonidos alternativos, el stoner, el pop e incluso pinceladas del rock guitarrero de estadio actual. Hay riffs duros como el acero, «She Said», grandilocuencia épica en el tema título, melodías pegajosas, «The Wanderer», «Love Myself» – quizás el tema más sorprendente del disco-, esquemas setenteros puestos al día, «Wild Fire» u «Om Namah Shivaya», pisan el acelerador a fondo en «Thousand Pieces» e «It’s not only rock’n’roll (and we don’t like it)» (¿un guiño al famoso tema de los Stones?) para dejar descansar el motor con «Julieta», minutos de sencillez acústica y candidez casi folk.
Como pueden leer, y, sobre todo, escuchar, en la variedad está el gusto. Dätcha Mandala van en la buena dirección, con un excelente trabajo en la conjunción de voz principal y coros, cada vez más sólidos, con una creciente seguridad en sí mismos y con la posibilitada de gustar a los aficionados más veteranos: Pero también la de poder llegar a captar la atención de esa parte de la juventud que aún tiene cierta inquietud por descubrir una banda sonora que se aleje de la corriente principal dominante.
Manel Celeiro
Cierto, en mi caso, vi su directo y caí rendido a sus pies. Gracias!