Discomático

James Vieco – Idana (Nimaya Records – Rocksound BCN & Acaraperro)

Si eres de Barcelona y te interesa la escena rock de inspiración retro, sabrás que hay cantera de bandas de ese rollo en la ciudad condal, hablamos de nombres como The Mothercrow (a punto de editar su segundo larga duración), Cachemira, Prisma Circus o Saturna. Y el bueno de James Vieco siempre anda por ahí, como cantante y guitarrista de Saturna, con los que ha editado cuatro elepés, al frente de los ya finiquitados Tears In Rain, o bien llevando las riendas de su propia carrera.

Fruto de esta última faceta, tenemos ya disponible su más reciente obra. En la misma, además de las tareas de composición, se ha hecho cargo de cantar, tocar las guitarras, el bajo, teclados y percusión, con la colaboración de la batería de Javi Gómez y apariciones puntuales del piano de Toni del Amo, el sitar de Raquel Vázquez, la slide guitar de Marc Carrey, la tabla de Ciro Montanari y aportaciones vocales de Mariano Rupil.  Idana presenta algunos cambios respecto a los anteriores lanzamientos en solitario de Vieco, con un poso más cercano al blues y el soul, caso de One (2017), o bien un sonido más marcado por el ascendente de lo facturado en los noventa, Nimaya (2020).

En este nuevo álbum deja salir todo lo que lleva dentro, combinando sus influencias, pasándolas por su filtro y presentando once temas que, sin ninguna duda, dan forma a su mejor trabajo. A la rotundidad de sus cuerdas vocales, capaces de pasar con facilidad del rugido y el desgarro a la mayor de las sensibilidades melódicas, se añade una capacidad compositiva que encaja todas las piezas con una naturalidad sorprendente. Además del añadido de ir mucho más allá en lo que respecta a los arreglos y al acabado final de las canciones, reafirmando que estamos ante un disco que muestra a James, y acompañantes, en un estado de forma optimo.

Desde los minutos en que sacan músculo, con las guitarras y los riffs tomando el mando, «Swallow», «Every Second», «Prayer», «Struggle», hasta los medios tiempos que se suceden con aplomo, ese «Like A Child» coronado por una destacada guitarra solista, la carga melódica de «Spirit» o «In Vain», pasando por la psicodelia y la influencia de la música hindú, tan en boga en los años de paz, amor y flores de la era jipi, que envuelve «Nothing You Can Say». Y ahí queda «Broken Glass», una sombría balada a piano y voz, con leves acentos de percusión, que pone niquelado broche final a una grabación impecable.

Antonio Aguilar

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