Alma Occident Festival ha venido para quedarse. La primera edición de este ciclo ya más que asentado en Barcelona daba sus primeros dos pasos en la noche del martes y lo hacía con una doble sesión inmejorable. Ver actuar a Alison Goldfrapp y a Róisín Murphy en una misma jornada es una apuesta más que segura y ninguna de las dos decepcionó. Cada una a su estilo, con esa extravagancia y ese aura divina que las caracteriza, ambas artistas hicieron las delicias de un recinto inmejorable como es el parque Tierno Galván en la primera vez que ambas pisaban la capital española.
Aún no había caído el sol cuando Alison Goldfrapp se presentó en el escenario, con una puntualidad excesiva, para abrir la velada con “Love Invention”. Escondida tras unas enormes gafas, similares a las que utilizó Debbie Harry en el pasado Glastonbury, la londinense, se su subía acompañada de una banda en la que predominaba la electrónica. Y, hay que decirlo, muchas pistas pregrabadas.
Un setlist donde predominaron temas de The Love Invention –destacaron “In Electric Blue”, “Gatto Gelatto” y “Impossible”, la gran colaboración que hizo junto a Röyksopp – y, fundamentalmente, los temas que llevaron a la fama a la banda que la otorgó reconocimiento mundial. “Rocket”, “Strict Machine” y, por supuesto, “Ooh La La” para dejar un show donde la artista, erigida hace tiempo como un emblema del pop electrónico, demostró que aún conserva su maravillosa voz y que es capaz de dar un gran espectáculo.
Eran muchos los que se preguntaban quién saldría primera y quién segunda. Y, sin ninguna duda, la elección fue la acertada. Ambas estuvieron una hora y cuarto en el escenario, pero las sensaciones que se crearon fueron las idóneas para apostar porque Róisín Murphy cerrara la velada. Si el show de Alison Goldfrapp fue de menos a más, el de la ex Moloko dejó a todos alucinados desde el primer momento.
Con una banda mucho más acústica que la de su predecesora, la artista irlandesa demostró todo lo que una buena diva debe poseer encima de un escenario. Elegancia y magnetismo conformaron un setlist mucho más variado, donde temas como “Overpowered” o “Incapable” combinaron a la perfección con las molokianas “The Time Is Now” y “Sing It Back”. Qué temazo sigue siendo este último.
Róisín Murphy sabe hechizar al público y vacilar con su propia imagen y, en un show que se mantuvo constantemente hipnótico, la artista demostró cómo saber utilizar todos los recursos que se le ponen a mano, resumidos en los últimos diez minutos donde Murphy se puso frente a la cámara que enfocaba desde la parte trasera del escenario. Así pues, “Can´t Replicate” y “Ramalama (Bang Bang)” fueron un juego de espejos donde veíamos a la cantante seducirnos a través de la pantalla, de espaldas al público. Un efecto que nunca antes había visto y con el que aún sigo fascinado.
Texto: Borja Morais
Fotos: Salomé Sagüillo
