Ambiente de fiesta mayor en la clásica sala de baile La Paloma del Raval de Barcelona con todo el papel vendido. El público tenía ganas de celebrar el momento con La Ludwig Band que, en palabras de su cantante, compositor y guitarra, Quim Carandell, “sóm amics i som una banda de música” (somos amigos y somos una banda de música).
Quim se muestra como un maestro de ceremonias desacomplejado y cómplice de la audiencia, hasta el punto de pasearse por la sala entre la alegría e incredulidad de los presentes. Pau, Roger, Andreu, Gabriel y Lluc también han venido a disfrutar. Esta tarde importa únicamente la música y la conexión que consiguen a través de esta.
Empieza sonando “El meu amor”, la primera canción de su tercer disco “Gràcies per venir” (2024), la gente ya muestra su intención de acompañarlos coreando todas las letras y animando al grupo. Siguen con “Lesseps” y “Bon amic” también de su excelente último álbum, una obra madura que confirma el gran momento de La Ludwig y de su trabajo compositivo. Canciones costumbristas con sabor a escenas de pueblo de l’Alt Empordà y toques que recuerdan a Bob Dylan, Springsteen y Manel, pero si perder ni un atisbo de originalidad.
Enlazan con “Desembre” que forma parte de un EP del año 2022 y rescatan también “Les Calderes de’n Pere Buteru” que el público acoge de forma explosiva. Incluso hubo ocasión de recuperar composiciones de su primer disco, autoproducido, “Al límit de la tonalitat” (2020), como “El racó del romaní” y “Avui he anat a Cal Coix”
La banda se lo está pasando bien y lo transmite enérgicamente. Bailan y lanzan discursos de alcalde desde el palco de la sala durante su himno a la vida “S’ha mort” y todos coincidimos en entregarnos a lo inevitable, cantar por encima de nuestras posibilidades.
Se acaba el concierto con el bis “Manela” y aunque nos espera un largo verano nos quedamos con las ganas de pasarlo bien que nos ha contagiado La Ludwig Band. El presente es suyo y el futuro también.
Texto: Blanca García
Fotos: Jordi Sánchez
