Encuentro dos motivos para ver totalmente necesaria la aparición de este debut: el primero, que a un firme defensor del “en la música está todo inventado” se le acaba de caer el argumento. Pureland es el primer álbum del primer grupo de rock budista del mundo; y el segundo, que este verso libre llamado Red Moon Yard está liderado por Marcos F. Fermoselle, un hombre con una historia asombrosa que ha decidido dedicarse esto de la música a la tierna edad de 62 años, llegando a firmar un contrato con una de las grandes multis. ¿Quién dijo que el rock se acaba a los treinta? Ante esta curiosa tesitura, la banda madrileña nos trae un trabajo delicado, sosegado, en el que la esencia del budismo campa a sus anchas por todo el temario. Un disco compacto de principio a fin, cuyo viaje por sus recovecos no nos lleva a nada que no hayamos escuchado antes en géneros como el folk americano y que, sin embargo, nos deja una agradable sensación. «Weird Song», «Samsara» o «She» tienen la culpa de ello.
BORJA MORAIS
