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Blues Cazorla – Cazorla (Jaén)

 

Fantastic Negrito

La emoción que siempre vuelve

Ya lo cantó B.B. King como nadie, “The thrill is gone…”, pero hay emociones que siempre vuelven cada mes de julio. Y es que, aunque la rica y doliente herencia cultural del blues hace que muchas de sus notas transmitan sentimientos profundos, melancolía y tristeza como latido central, también proyectan una poderosa resiliencia, liberación y júbilo tras romper cadenas y renacer de sus propias cenizas. Del pasado Blues Cazorla a este, un cataclismo interno y externo partió en dos a más de uno… y aún nos tambaleamos, pero Cazorleans es siempre tierra sanadora y un oasis musical al que sólo faltamos por fuerza mayor, y no será este año. Una 28ª edición (30 años de historia) con un cartel que no tiene nada que envidiar a cualquier otro festival internacional top de blues del mundo.

Jueves

Volvemos a casa, nos sumergimos en el mar de olivares y, con 40 grados de bienvenida y un dream team perfecto para la ocasión, aterrizamos en una expectante tarde/noche de jueves, con la plaza de toros repleta de reencuentros, brindis y esa felicidad compartida que deja la tristeza y los problemas vencidos durante tres días de la mejor música. El albero comienza a vibrar desde el primer minuto con Eddy Smith & The 507, banda londinense de raíces americanas que estábamos deseosos de ver, presentando su aún humeante debut bajo el brazo, Right Up’til Now, uno de los mejores discos de raíz del pasado año. Blues, soul y country de altos quilates con una banda que rezuma frescura y maestría a partes iguales, con la voz rota de Eddy Smith al mando (intercalando teclados y guitarra acústica), a medio camino de Joe Cocker y el Marcus King más desgarrador.

Eddy Smith & The 507

Caemos rendidos en un show vibrante de principio a fin, con el público contoneándose en cada clásico instantáneo. De ese juguetón “Love sick” que nos araña por dentro, con la banda rezumando puro swing y arrojando luz y antídoto al hechizo, con frases certeras que dan en el centro de la diana y dejan atrás toda teoría y palabras volátiles: “If you want me, come show me, / If you need me, come hold me, / If you call me, I’ll be there”; pasando por piezas que rozan la perfección y parecen estar escritas desde tiempos inmemoriales: “Ticket Out Of Here”, una “The Ballad of Bobby Grey” en la que mecen a la media luna que ya no dejará de sonreír de felicidad toda la noche, o esos “(The) Good Times” a los que nos aferramos con uñas y dientes para no dejarlos escapar. Sí señor, Eddy y los suyos dejan marca en el cielo estrellado de Cazorleans.

Mejor no se puede empezar un festival y el listón seguirá en las alturas (una de las mejores jornadas inaugurales que recuerdo), ahora con el que quizás sea el cabeza de cartel/reclamo mayor del día y de esta 28.ª edición, Fantastic Negrito. Y es que, la vida de “Xavier Dphrepaulezz” es de película: Nace al oeste de Massachusetts, en el seno de una familia muy numerosa, siendo el octavo de quince hermanos, criados bajo convicciones religiosas muy profundas y restrictivas, con su padre (musulmán de origen somalí) al mando. Se mudan a Oakland, California, y, en medio de una epidemia de crack, con tan sólo 12 años, comienza a vender y consumir drogas junto a sus hermanos, pistolas en mano. La música le salva, comienza a escuchar a Prince y, sin estar matriculado, se cuela en las clases de música de la Universidad de Berkeley. Le envía una maqueta a Joe Ruffalo (ex-mánager de Prince) y este lo apadrina, logrando firmar un contrato discográfico en 1993 y lanzar su primer trabajo, “The X Factor” (1996), aún como Xavier.

Fantastic Negrito

Nuevo giro de guion con la parca muy cerca: sufre un accidente de tráfico que lo tiene en coma tres semanas. Con movilidad reducida en la mano derecha tras salir del hospital, la discográfica rescinde el contrato. Lo intenta de nuevo en varias bandas y se encarga de un club clandestino hasta que la policía lo clausura. Finalmente, decide regresar a Oakland, formando una familia y dedicándose al cultivo de marihuana. Y cuando la vida parecía que no le volvería a echar nuevas cartas, el interés que despierta en su hijo tras escucharlo tocar la guitarra, le hace despegar de nuevo y llevarse la partida, ya como Fantastic Negrito, primero arrasando en un concurso de nuevo talentos de la radio pública norteamericana NPR y, luego, grabando un nuevo disco a sus 48 años. Con su segundo trabajo en esta nueva etapa, “The Last Days of Oakland”, maravilla que aúna todas las ramas de la música negra en sus surcos, gana un Grammy por Mejor Álbum de Blues Contemporáneo en 2017. Tres exitosos discos más y de camino a su séptimo álbum (single lanzado junto a Sting hace unas semanas), y aquí lo tenemos, en este pequeño y maravilloso pueblo de 7.000 habitantes.

Sale a escena con sombrero, camisa floreada, gran medallón y pantalones lilas, flanqueado por una gran banda, y tarda medio segundo en demostrar su magnética y camaleónica energía, desgranando las piezas angulares de su discografía: Del mántrico y liberador hechizo de “Night has Turned to Day”, al canto social de “Working Poor” y una “I’m So Happy I Cry” previas que terminan por dejarnos quemaduras de felicidad y sembrar cientos y cientos de ojos vidriosos en la oscuridad. Suda blues, soul y funk, con el espíritu de James Brown, Wilson Picket y Curtis Mayfield muy presentes, y sí, con Prince y su querido Robert Johnson bajo las alas. Se vacía sobre el escenario, ya sea eléctrica en mano, a los teclados, bailando o exprimiendo su garganta privilegiada como si no hubiera mañana, con falsetes imposibles, susurros celestiales y aullidos mil. Sigue acelerando las pulsaciones de Cazorleans con “Chocolate Samurai”, cogemos aire y nos estruja el alma en “An Honest Man”, y termina por hacer el milagro de convertir campos de olivos en algodón y fundir el Guadalquivir con el Mississippi en la majestuosa y doliente “In the Pines”. Hay tiempo para seguir frotando la lámpara de “The Last Days of Oakland” con “Lost in a Crowd” o hacer que el albero entre en erupción con una enérgica “Plastic Hamburgers”.

Ray Collins Hot Club

La brillante estela que ha dejado en el cielo Fantastic Negrito puede que dure hasta el próximo Blues Cazorla, pero la noche sigue y, ¿qué mejor manera de seguir avivando el fuego que con una trajeada big band alemana que suda alcohol y gasolina? La locomotora Ray Collins’ Hot Club se acerca a todo gas para llevarnos por delante, a base de un bailongo cóctel ganador que no deja títere con cabeza, desplegando en cada interpretación esa frescura salvaje que les caracteriza, con una fórmula ganadora que dominan como nadie: swing a cada paso, blues rompecaderas, jazz elegante y explosivo, más un extra de rock n’ roll y rockabilly de los dorados años 50. De “Out of My Mind” a “Knock Out Boogie”, “High Life” o “Barefoot”, azufre a los vientos y a la base rítmica, con la clase de Andreas Kollenbroich (Ray Collin) al mando, y Duke Ellington, Big Jay y Louis Prima sobrevolando la plaza de toros.

Pasan las 3:30 de la mañana y no cesa la música de altos vuelos en Cazorleans, con un penúltimo cambio de tercio de la mano del rock sureño The Steepwater Band. La banda de Chicago le saca brillo a su “Re-Turn Of The Wheel”, con piezas empapadas del hard-rock, blues y el folk-rock americano más eléctrico, con Allman Brothers, Black Crowes y Neil Young & Crazy Horse en un ala, y estandartes del género británico en la otra, como Led Zeppelin, los Stones o The Yardbirds. De la muy sentida “Found” a una pegadiza “Make It Right” que cabalga como un caballo de fuego por la madrugada del pueblo más blusero del mundo; pasando por clásicos de su guitarrero y sobresaliente “Clava” de 2011, como una “High and Humble” que nos explota en la cara una y otra vez, la trotona “Come on Down” o la crepuscular y esperada “Remember the Taker”. ¿Qué más se puede pedir? Aparición estelar de Marcos Coll a la armónica, y “dos” versiones de los Stones que nos hacen flotar hasta el infinito y más allá, “Midnight Rambler” y un “Love in vain” previo (de Robert Johnson) que nos conduce a casa, en ese doliente tren de un amor no correspondido que se pierde por el horizonte.

The Steepwater Band

Viernes

El epicentro del latido de Cazorleans está en la Plaza Santa María y allí vamos de cabeza, batalla de agua y el mejor de los ambientes con la mítica Blues Band de Granada repartiendo cera a nuestra llegada, con la plaza entregada en cada tema, seguido del armonicista y cantante madrileño Quique Gómez y su banda, figura familiar por estos lares y escudero de lujo de muchas leyendas de Chicago, de John Primer a Eddie C. Campbell o Bob Stroger. Clímax colectivo con versión festiva del “Girls Just Want to Have Fun” de Cyndi Lauper, con sabor a New Orleans, coreada y bailada por la plaza al completo.

Este año, la logística personal nos impide disfrutar del Auditorio del Parque del Cristo, pero antes de volver a nuestro cuartel general a recargar pilas, nos topamos con concierto callejero de Txus Blues & César Canut entre dos bares, así que cogemos una penúltima ola, birra en mano, y hacemos “Surfing en Montgat”.

Pisamos de nuevo ruedo blusero con la luna ya tambaleándose al son de la guitarra afiladísima de Eric Johanson. Con su “The Deep And The Dirty” (2023) aún humeante bajo el brazo, el virtuoso guitarrista de Luisiana, repasa sus pistas y demuestra su ecléctica paleta de estilos, del hard rock, al southern rock o el funk de New Orleans entre otros, todo con la naturalidad del que conoce, respeta y domina las raíces más profundas del género. Así, disfrutamos cada embestida siguiendo el espíritu libre que desatan sus seis cuerdas y su banda, con el “Don’t Hold Back” que abre su último trabajo como bandera y uno de los puntos álgidos del show; seguida de compañeras de surcos como una “Just Like a New” que recibimos como un soplo de aire fresco, o la vibrante “Galaxy Girl”, además de la esperada “Hammer on the Stone” y un buen puñado de versiones ganadoras, entre ellas un “Baby What You Want Me to Do” de Jimmy Reed que le sale de los poros de la piel.

Mr Sipp

No hay tiempo para calmar las llamas y Mr. Sipp y su banda salen a por todas, conectando desde los primeros temas, con el bluesman del Delta haciendo su particular paso del pato y desplegando magia a las seis cuerdas. De una “Let’s Have a Good Time” con la plaza coreando cada estribillo, a la siempre genial “Jump the Broom”, con la guitarra alcanzando combustión instantánea por momentos, pasando por su ultimísimo “Old Time Church” (2024) y, aparcando la eléctrica, cantando al alimón con su teclista una “A Change Is Gonna Come” que hace sonreír hasta a Sam Cooke, allí donde esté. Más madera con “Dirty Mississippi Blues” y “Juke Joint” y arde Cazorleans con la segunda entrega de Mr. Sipp por esta tierra prometida.

Kenny «Blues Boss» Wayne

Y de Mississippi nos vamos a Chicago, Kenny “Blues Boss” Wayne in da house. A Blues Boss le sobra clase y pocas leyendas quedan que dominen con su natural maestría el blues, el boogie-woogie y el jazz a las 88 teclas, con una voz aterciopelada que sigue intacta a sus casi 80 años. Bien arropado por una elegantísima base rítmica, bajista y batería que hacen temblar la plaza de toros, más una guitarra que viene de vuelta, el jefazo del blues nos conquista y estruja el pecho desde que toma asiento y nos empuja en busca de nuestro amor con una adictiva “Searching for My Baby”, rezumando personalidad y magnetismo en cada mínimo gesto, hasta llegar a una deliciosa versión a fuego lento del “What a Wonderful World” que para el tiempo y hace que Cazorla encienda mecheros como antaño y cante al unísono el mágico estribillo. No faltan piezas clásicas de su repertorio como “Wild Turkey 101 Proof” o “Tanqueray”, ni el remate a quemarropa con una magistral “I Need Your Lovin’” que provoca penúltimo baile y que más de una lágrima se pierda y haga feliz al albero.

The Soul Jacket

El cuerpo nos dice que igual hemos apurado demasiado en alguna curva del día y pide entrar en boxes cuanto antes, pero sacamos fuerzas y alargamos el hilo de batería que nos queda para disfrutar de otro cierre perfecto a base de rhythm’n’blues, rock’n’roll y southern soul del bueno, esta vez desde Galicia con The Soul Jacket. El sexteto vigués encandila al público que aún abarrota la plaza de toros a base de virtuosismo instrumental con alma y pellizco, más un extra de voz desgarradora que eriza hasta el cemento de las gradas, Toño López rules. No hay interpretación que baje de la excelencia, picoteando por su ya amplia y brillante discografía, con los sonidos setenteros corriéndoles por las venas en todo momento y con ese rayo que les ilumina en vivo, entre la psicodelia y la jam más lisérgica. Del blues desconsolado de “My Girl Don’t Love Me” a la siempre ganadora “Stampeding Cattle” o “People”, pero si me tuviera que quedar con un tema de hoy, me quedaría tendido en la hierba fresca de la madrugada cazorleña y que la tempranera “Lying on the Grass” nunca dejara de sonar.

 

Sábado

 Si el primer café te sabe a tequila, algo malo o bueno has hecho. Por lo pronto, tenemos una primera baja en el equipo y arrancamos poco a poco. Pero despegamos y no volvemos a tocar el suelo en una Plaza Santa María a reventar, con balaceras de agua sin tregua y los imprescindibles Txus Blues & César Canut repartiendo diversión y blues a partes iguales. De “La Leyenda de John Henry” a “España se rompe” o “Estoy enfermo de blues”.

Al Dual

El espíritu de Buddy Holly, Elvis y Orbison se va apoderando de la plaza… Muchas ganas teníamos de ver al murciano Al Dual y a su magnífica banda (Mila Rodríguez a la guitarra rítmica, Alfonso Múgica al bajo, Guille Cosaldo al saxo y Kiki Tornado a la batería) en directo y superan las expectativas con creces, con un show que es pura efervescencia y comunión continua con el público. Una voz única y clase apabullante a la eléctrica, y es que, no olvidemos que Al, allá por 2018, fue galardonado con el premio al Mejor Solista Masculino Internacional en los célebres Ameripolitan Music Awards de Nashville e ingresó en el prestigioso Rockabilly Hall Of Fame convirtiéndose también en artista oficial de Gretsch Guitars.

Desgranan parte de su disco en directo “Reel toUR Reel” (2024) en un concierto que nos teletransporta a la época dorada del rock ‘n’ roll y el rockabilly americano, demostrando garra y sensibilidad desbordante en cada tema. Patas arriba Santa María con “Cadillac Funk” y una “Let’s Toast for the Good Times” que disipa toda nube mañanera y hace que sigan subiendo las temperaturas. Momento cumbre con Al bajando del escenario y mezclándose entre el público sin parar de sacarle brillo a su Gretsch, uniéndose de nuevo a su banda en las tablas y rematando una “We Like to Kick” antológica.

Toca descansar y, tras degustar la rica gastronomía de Cazorla, prepararnos para el tercer y último asalto de albero y blues.

Billy Branch and the Sons of Blues

Llegamos a la plaza de toros y, o Ana Popovic está muy diferente o ha habido un pequeño cambio en el orden de las actuaciones de hoy… Esto último va a ser. Enciende la mecha otra leyenda del género, Billy Branch & The Sons of Blues, volviendo a dejar marca con su armónica en Cazorleans, paseillo por el albero entre el público incluido. Acompañado por una banda interestelar, destacando hoy un Giles Corey superlativo a la guitarra eléctrica y cantando una “I Want You to Love Me” con trayectoria de entrada y salida directa al corazón, más la clase y swing estratosférico de Sumito “Ariyo” Ariyoshi a las teclas.

A Billy Branch le sobran tablas y alma, cincuenta años difundiendo el blues de Chicago a lo largo del mundo, con Little Walter, Big Walter Horton, James Cotton, Junior Wells, Carey Bell muy presentes en cada llamarada a la armónica, con personalidad propia y una voz reposada que sabe erupcionar y se atreve con todo. Del “Juke” a “Nobody” but You” o el “Blue and Lonesome”, todas de su queridísimo Little Walter, al “Boom Boom” de John Lee Hooker, pasando por un “Sympathy for The Devil” para el recuerdo, puro azufre stoniano filtrado por el fuego reposado del blues de Chicago, con el público levitando y haciendo los coros al unísono de principio a fin. Esto es Cazorleans.

Ana Popovic

Y ahora sí, la reina indiscutible de esta 28.ª edición (escasísima presencia femenina en el cartel como único pero a este espectacular Blues Cazorla 2024), Ana Popovic en formato sexteto (otra banda colosal, con Buthel Burns al bajo, Jeremy Thomas a la batería, Michele Papadia a los teclados, Claudio Giovagnoli al saxofón y Davide Ghidoni a la trompeta). La artista serbia y residente en Estados Unidos es una gigante del blues, posee una presencia en el escenario descomunal. De negro, pantalones con brillos plateados, tacones transparentes y su reluciente Fender Stratocaster Plata personalizada (nombre y apellido en la parte delantera del mástil) soltando chispas sin parar. Poderío y contagiosa energía a raudales en cada interpretación vocal y a las seis cuerdas, firmando un concierto de una intensidad y sensibilidad al alcance de pocos. Del “Rise Up” inicial, a las vibrantes “Power Over Me” y “Ride It”, con dos brillantes covers en el ecuador del show que hace suyos, la sinuosa sensualidad jazzy del “New Coat of Paint” de Tom Waits (la trompeta escupe fuego) y la bailonga “Fencewalk” de Mandril. Lucimiento extra de la banda en “Lasting Kind of Love”, y fin de fiesta con “Turn My Luck” y una “Change the World” con la banda y Ana quemando las naves.

Mike Farris

El escenario aún en llamas y sale a escena otra fuerza de la naturaleza, Mike Farris & The Fortunate Few, con Mr. Farris en estado de gracia y dispuesto a dejarse la garganta y el alma en cada canción. Nos deja con la boca abierta en pocos parpadeos, ya sea con una versión descomunal del “Can’t No Grave Hold My Body Down” de Sister Rosetta, con la calidez de “Tennessee Girl” o el desenfreno a corazón abierto del “Let Me Love You Baby” de Buddy Guy. No se puede dar más sobre las tablas, exprimiendo la eléctrica hasta el infinito, a viva voz sólo con una acústica que abre el cielo, bailando, saltando, zapateando y desgañitándose como si fuera la última noche en la Tierra.

Mike Farris es un animal de directo total, un huracán imparable que no tira el escenario de milagro. Bien rodeado por una banda muy solvente que está atenta a cada indicación del maestro, con especial mención al swing y pasión que desprenden dos de las mejores coristas/vocalistas españolas que lo acompañan, Carolina García y Verónica Ferreiro. Sin respirar nos deja con la versión acústica de “John the Revelator”, sólo en el escenario con una Martin que si suena mejor se acaba el mundo en ese justo instante, o con una bellísima “Swingin” de Tom Petty and the Heartbreakers que hace que se tambalee hasta el último olivo de Andalucía. Si por mí fuera, tras este bolo, Mike Farris sería hijo adoptivo de Cazorla.

Los Reyes del KO

Estamos muertos y por primera vez nos sentamos un rato en esta edición para el recuerdo, con broche de oro a cargo de unos viejos conocidos que nunca fallan, los Reyes del KO, con formación plena para la ocasión, con Marcos Coll y Adrián Costa a la cabeza, Javi Vacas al bajo, Emiliano Juárez a la guitarra, y sí, con dos baterías, Juliellento y Antonio Pax. Blues, sonidos negros y hasta llueven armónicas en Cazorla (literal), para despedirnos poco a poco con “Paloma” y ese “(The) Way You Make Me Feel” que seguiremos tarareando y buscando hasta que lo toquemos y se nos vuelva a escapar entre los dedos.

 

Texto y fotos: David Pérez Marín

 

 

 

 

 

 

2 Comentarios

  1. En escenario del santo cristo hubo mucho blues y ni lo nombras…..vaya lapsus….

  2. Juan Carlos Rodríguez Zurita

    Después de vivir esta apasionante experiencia en Cazorleans ,la descripción de David Pérez Marín es simplemente tocar el cielo,los que tenemos una edad echamos de menos en nuestra sociedad vulgar,unos comentarios tan ricos en léxico como en conocimiento de lo que pudimos ver y sentir,gracias por tener la oportunidad de leerte.

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