Staples Jr. Singers (nombre escogido en homenaje a sus adorados The Staples Singers) tienen disco nuevo. Posteriormente al legendario “When do we get paid”, grabado en 1975 (la reedición de 2022 no cuenta), no habían vuelto a pisar un estudio. Finalmente, casi 50 años después de aquel hito, aparece “Searching” (2024), otro precioso regalo preñado de góspel, soul y blues, cómo mandan los cánones de los hermanos. Sacando fuerzas de flaqueza (las décadas pasan demasiada factura física), se han atrevido a mostrarlo en directo.
Algunos nos acordábamos de aquella formidable función que firmaron, finalizando el mes de enero de 2023, en la 2 de Apolo. Esa exhibición de pura alma negra, nos empujaba a repetir sensaciones, con el añadido de que tenían novedades con las que disfrutar. Sabíamos, de antemano, que sus conciertos no se alargan en demasía y menos si la morada reparte el show en dos pases, como es el hábito de un Jamboree, que los incluyó en la programación del festival Mas i Mas.
El problema principal de esa justa hora de duración, no fueron sus aptitudes (todavía aguantan bien con sus achaques), sino la repetición de la fórmula, algo cansina. A estas alturas del camino, no les vamos a exigir que bailen un zapateado para innovar, pero ese alargue, innecesario, de las piezas (solamente tocaron ocho), sigue siendo una piedra en el zapato.
Edward Brown continúa siendo un maestro de ceremonias impecable. La garganta sigue resistiendo (estuvo brillante en la reciente “Lust in the world of sin”) y sus arengas o ese modo de frasear, explicando el duro pasado (“When do we get paid”), no deja de estremecer.
Tampoco deberíamos caer en la divinización, ya que, entre tanta proclama, los tics incitadores a que el público se enardezca o levante las posaderas, acaban siendo poco creíbles; el refranero ya lo indica: lo poco agrada, lo mucho enfada. De todos modos, se me acaban las ovaciones para esas remembranzas a The Impressions (“I`ve got a feeling) o el indisimulado homenaje a Stax con “I’m lookink for a man” y “I’m going to a city”, cierre de la diminuta degustación, esta con sabor a “Green Onions”.
Annie Caldwell se hizo notar menos, pero sus prestaciones nos iluminaron. Espectacular en “Living in this world done” (coda gigantesca) y en el blues místico “Race to run”, dónde la fuerza de su alma emanó convicción y doctrina.
R.C. Brown es el damnificado del grupo. En una esquina, sin que nadie se fije en él, acaba siendo el pilar fundamental del sonido. Pulcro, sensible e incluso lindando el minimalismo, las notas finísimas de su guitarra son elemento indispensable para que todo funcione. A la par, estuvieron, de chapeau, Willie Caldwell (guitarra), Willie Caldwell Jr. (bajo), Abel Caldwell (batería) y Troy Brown a los coros. Es decir: no hay nada más lindo que la familia unida.
El par de llenos registrados, nos impidió asistir a la segunda performance. No obstante, los amables intérpretes aseguraron que repetirían el mismo set. Si alguien de nuestros lectores la presenció, no deben dudar en contar lo acontecido. Gracias.
Texto: Barracuda
Fotos: Marina Tomás Roch
