Todo seguidor de Mark Oliver Everett sabrá que su personaje tiene dos vertientes bastante diferenciadas. Hay momentos —y discos— en que Mr. E es un roquero eléctrico, distante, cool y un punto chulesco-agresivo. En otros, sin embargo, es un cantautor sensible que nos sumerge en su mundo interior a través de una música pausada, introspectiva, bella y a menudo depresiva. Pese a que tanto el título como la portada puedan evocar a la primera de las versiones del artista, una vez paladeamos esta colección de doce delicadas y sensibles composiciones nos ubicamos claramente en su cara más vulnerable. Después de superar una operación a corazón abierto, Everett reflexiona sobre la muerte y el paso del tiempo, rememora amigos de la infancia, ensalza e idealiza a sus mascotas, y nos abre las puertas a su particular y lírico mundo de angustias y sarcasmos. Ese mundo que siempre ha alimentado la creatividad de uno de los personajes más únicos y especiales de la música de las últimas tres décadas.
RUBÉN GARCÍA TORRAS
