Pese a presentar su tercer libro como una obra epistolar, Bunbury muestra un volumen más parecido a una (auto)entrevista. Nacido a partir de la comunicación con sus fans, los distintos capítulos abordan episodios de su carrera desde la curiosidad de los seguidores. Sin embargo, lo que podría resultar un documento donde explayarse en los detalles, se queda en una serie de preguntas y respuestas vagas, faltas de profundidad a la hora de ser abordadas; quizá hubiese sido un muy buen punto a favor aprovechar para acercarse a todo aquello que en una promoción (por repetitiva) o entrevista (por tiempo-espacio) no se aborda. Ese no ahondar sumado a la corrección política para no generar incomodidad, dan como resultado una extensa charla, reposada, para que a quienes han seguido su carrera, les cueste encontrar nuevos detalles que no se hayan publicado en prensa, medios u otros títulos anteriormente. Y desprende de toda posible sensación de confianza e intimidad al lector, lo que lleva a pensar que, posiblemente, dicho género epistolar se vea más en canciones como «… Y al Final» que en esta carta. Dice entre sus líneas que “Cuanto más me limito, más me libero.”, por lo que, contradiciendo su respuesta, este ejercicio de contención deja el poso de no sentir que Bunbury habla sin ataduras.
DAVID VÁZQUEZ
