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Black Mountain – Razz 3 (Barcelona)

 

La camiseta de gira de Black Mountain, nunca te quedará igual que a Olivia Jakke Aka Wicked Lady. La fotógrafa e “influencer” californiana, es colaboradora de la banda de Vancouver y amiga de Amber Webber. Los está acompañando en las fechas europeas, y aunque no se deje ver en las primeras filas, posiblemente inmortalizará en formato analógico alguno de los momentos de los diferentes shows, por lo que, si asististe a alguno de los ellos, espero que sonrieras a la cámara.

Por otra parte, recomiendo pegarle un vistazo y seguir su cuenta de Instagram (@wicked_lady), donde se refleja una variedad de concepto en la forma de captar imágenes, ya sea en momentos musicales o de cualquier otro tipo. La manera de trabajar de la fotógrafa tiene mucho en común con la de los protagonistas de estas líneas.

Si nos adentramos en el show, dentro de su set, la estructura rotó entre subidas y bajadas, bien entrelazadas, con sonidos de notas desérticas, espaciales, de pop delicado, con riffs gruesos, tintes románticos, aspereza, y tirando hacia un concepto de jam band en su parte final. Dotando como valor añadido una dualidad entre lo retro y lo futurista, paramentos existentes desde hace mucho tiempo.

El conjunto de todo, comprendió un arranque pausado e iniciativo de la mano de “Mothers Of The Sun”, y un bis delicado a cargo de “Space To Bakersfield”, representado un punto final reponedor para la carga sonora que habíamos disfrutado.  Éste se nutrió tanto de formas directas como “Florian Saucer Attack” o “Wilderness Heart”, desarrollos sin fin de la mano de “Druganaut” o “No Hits”, o en su parte inicial con “Cemetery Breeding”, un tema de puro futuro de neones, y que en su momento debería haberlos llevado a otro nivel. Podríamos pensar que la agrupación lo compuso con la mirada puesta en formar parte de la banda sonora de “Drive (2011)”.

Por supuesto, Stephen McBean, marcó el camino, sacando mil sonidos de sus pedales y compenetrándose a la perfección con las armonías vocales de Amber Webber, la cual, con una forma de estar aparentemente situada en otro plano de la escena, aporta ese toque de fragilidad totalmente necesario. Pero éstos, no dejan de ser dos piezas más dentro de la banda, que junto a la base rítmica cargada de groovie y un órgano de otra era, generan un perfecto trabajo en equipo.

Por cierto, valorando la asistencia al show, y si nos paramos a revisar las agendas de los clubs de la ciudad, aquello de que no haya oferta en agosto, que todo se quedara parado porque no había público para los shows, ya forma parte del pasado y podemos considerarlo como una leyenda urbana.

 

Texto: Oscar Fernández Sánchez

Fotos: Sergi Fornols

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