Encuentros

Bodega, cerebritos contra el gorila digital y la gentrificación del algoritmo

 

 

 

 

Ben Hozie y Nikki Belfiglio me reciben desde su apartamento en Nueva York relajados y dispuestos a confrontar contra la nefasta idea de que el rock, punk, funk o cualquier otro género, como fuerza de la naturaleza. Y no, un sonido inserto en su época. Pretenciosos, pero no gilipollas.

 

Un guiño al clásico libro de Michael Azzerrad, reformulado bajo Our Brand Could Be Yr Life (Chrysalis 2024) titula su nuevo disco. Sigue el post-punk,el bailoteo, amor por los subgéneros del rock y la constante reflexión sobre el presente. Una continuidad que podemos hallar con sus anteriores álbumes Endless Scroll (WYR 2018) y Broken Equipment (WYR 2022). Mañana comienzan una nueva gira (ver fechas en cartel al final de la entrevista).

Es obvio, pero podrías darnos una panorámica de Bodega hasta hoy, incluso bandas anteriores que hayan sido su germen.

Hubo varias bandas, pero si hay algo previo y germen de Bodega, es Bodega Bay. Cuando Bodega Bay se separó queríamos que el nombre de la nueva banda fuera lo más parecido posible para que la gente se diera cuenta de que era básicamente el mismo proyecto pero con nuevos miembros.

Además Bodega Bay era un proyecto artístico, bueno la música es arte, y filosófico al inicio la mayoría de los miembros no eran músicos. Éramos un grupo de artes escénicas que tocaban pop. Había esa dialéctica de querer destruir la música rock, especialmente sus grupos, pero al mismo tiempo todos somos fanáticos acérrimos del canon del rock clásico FM. Nuestro lema era, y sigue siendo, “Bodega Bay: crítica y reverencia por el Aparato del rock y el pop”.

Es cierto que muchos miembros teneis una vinculación con las artes visuales, por ejemplo Montana vuestro anterior batería. ¿Qué parte de ese vínculo tiene influencia en Bodega? dejando videoclips y demás.

Yo soy profesor, y algunos trabajamos en galerías de arte y tenemos empleos vinculados a ello. Y aunque no sabría decirte nombres específicos, nuestra aproximación al sonido es muy visual, y que tenga siempre un concepto que la sostenga. No sabría darte el nombre de directores o directoras, pero sin duda un concepto visual siempre es nuestro punto de partida.

¿Es cierto que montasteis un club de lectura en el grupo?

 Sí, nos encanta discutir sobre cultura y creemos que para un grupo de música no hay mejor cŕitica que la auto cŕitica. El rock ha madurado hasta tal punto que somos tan conscientes de su legado que hay demasiado peso del pasado en cada nuevo lanzamiento. Parte de la magia del pop es su disponibilidad y cómo reacciona en tiempo real a lo que sucede en el mundo. Una parte de mí anhela una relación más directa entre las ideas y la cultura, pero al mismo tiempo nos encanta la reflexión colectiva sobre todo ello. Y ese club era una forma de articular una reflexión colectiva sobre la banda. Leíamos desde Shakespeare a ciencia ficción.

Our Brand Could Be Yr Life (Chrysalis) es como darse un rule por un imaginario museo del indie rock y sus subgéneros. ¿Pero cuáles subgéneros y por qué? ¿Todo muy autoconsciente? ¿Algo qué a veces hace que no funcione?

 Todos nuestros discos son un poco eso, aunque creo que este último menos, ya que a cada disco vamos encontrando nuestro sonido y por otra parte nos sentimos parte del legado del rock neoyorquino, aunque nos vemos más cerca de los grupos de nuestros amigos, como por ejemplo Parquet Courts. Si somos conscientes de todo ese pasado, de hecho las ideas sobre las canciones pivotan sobre ese tipo de referencias, grupos y canciones y por supuesto desde la Velvet, Blondie a los Beastie Boys están en nuestro adn.

Sobre ser demasiado autoconsciente o no, creo que gente como Chuck Berry o Bob Dylan eran conscientes de que estaban haciendo arte, y de los métodos que tenían que usar para hacerlo mejor. Por ejemplo, nuestro último disco está hecho para los conciertos, es muy directo, con muchos ganchos en las canciones y esta vez queríamos dejar el mejor documento sonoro de esas canciones.

En vuestra hoja de prensa se pueden leer frases de promoción como “meticulosos pero agresivos, lo-fi pero con la exuberancia de Brian Wilson”. Quitando la cháchara promocional, que es como una presentación de lucha libre. ¿Cuáles crees que son los verdaderos logros de vuestro nuevo álbum?

 Creo que son las mejores canciones que hemos escrito, las más directas, las que te llegan a la primera. Esas frases no dicen nada real jajajaja…

 

Y sobre esa trilogía de canciones “Cultural Consumer”

 “Cultural consumer 1” es sobre el tipo que es adicto a estar a la última y acumula sin sentido. “Cultural consumer 2”, es desde el punto de vista de alguien que ve la cultura como un arma que utilizar contra los demás. “Cultural consumer 3” es alguien obsesionado con encontrar las conexiones entre todo. Yo he pasado por todas esas fases jajajaja…Y habrá cuarta.

Hay una línea de continuidad en vuestras canciones sobre cómo la tecnología digital configura nuestra intimidad hacía el exterior. Desde “Bookmarks” de Endless Scroll (2018) hasta vuestro último disco. ¿Alguna conclusión?

 No una definitiva. El móvil ya es una extensión de nuestro cuerpo y memoria, y hay una especie de gentrificación del algoritmo, aunque esto debo desarrollar más. Creo que analizar los cambios tecnológicos sin conectarlo con los culturales o de conciencia es siempre un error. Pero el móvil cambió todo, es un cambio que puedes ver leyendo Nuestra banda puede ser tu vida y compararlo con la forma de funcionar de las bandas hoy día.

 

Texto: Iván López Navarro

Fotos: Foto Ebro Yildiz

(Entrevista publicada en el número 425 (mayo 2024) de Ruta 66)

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