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Julia Jacklin – Sala Apolo (Barcelona)

 

Cada vez es más común el hecho que algunos artistas decidan hacer giras sin sus bandas habituales, especialmente fuera de su país. La reducción de costes y el endurecimiento de las condiciones de todos los actores del sector de la música en vivo llevan a los artistas a ofrecernos formatos de dúo o incluso en solitario que los despoja de artificios y los empuja a mostrarnos su faceta más intimista y cercana.

 

Es en este tipo de situaciones en los que apreciamos la verdadera naturaleza del artista y su grado de madurez. El resultado de esta velada íntima con Julia Jacklin, con toda la audiencia sentada, siendo de manera general satisfactorio, sí que nos mostró algunas carencias fruto de la juventud de la australiana.

Comenzó la velada un tanto irregular y caótica, con las idas y venidas de los fotógrafos, el ruido de las neveras de las barras colándose en la sala y los móviles de algunos asistentes distrayendo nuestra atención. Si bien la voz de Julia Jacklin sigue siendo imponente y brilla más que nunca ante la desnudez de las canciones, notamos una cierta carencia de carisma en la australiana a la hora de animar el show en las transiciones.

Esa pose un punto aniñada y tímida nos provoca ternura, pero si la comparamos con la de Richard Hawley de hace una semana, que nos ofrecía un show de idéntico formato en la misma sala encontramos una diferencia abismal tanto de carisma como de agilidad mental a la hora de interactuar con la audiencia.

Afortunadamente, tras seis canciones de solitud, Jacklin contó con ayuda. Ell show subió de nivel con la aparición de Jacob Diamond. Bellísimas armonías vocales llevaron el set a terrenos folk con versiones de The Roches, Bill Fay y el “Dreams” de los Cranberries a capella, en un momento mágico donde la emoción y la complicidad de los artistas tomaban nuestras emociones y el silencio absoluto de la audiencia demostraba que era unos de esos momentos por los que había valido la pena salir de casa ese día.

Ya de nuevo sola en el escenario y sintiéndose más segura, la australiana aumentó sus interacciones con una audiencia que empezó a hacerle peticiones que no pudo satisfacer más allá de un leve tarareo de un tema de sus amados Silverchair y de una versión del “Someday” de los Strokes que había grabado ya en su día en un set acústico en la emisora Triple J y que ha ido locanto en todos los conciertos de la gira. Es en ese momento cuando nos preguntamos si realmente tiene sentido que una artista incapaz de improvisar afronte un formato como el que estamos disfrutando.

En el rush final y con sus temas más relevantes como “Body”, “Convention” o “Pressure To Party” encima de la mesa, Jacklin brilló en su máximo esplendor y cerró la velada prometiendo a la audiencia una próxima visita con banda para presentarnos el disco que próximamente tiene planeado empezar a grabar. Estaremos atentos y lo escucharemos con atención, ya que, a pesar de haber vivido una noche irregular, hasta la fecha los trabajos de estudio de la australiana han sido siempre de un altísimo nivel.

 

Texto: Rubén García Torras

Fotos: Sergi Fornols

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